(Artículo de Javier Vizcaíno aparecido en Público en 26 de septiembre de 2008)
Por si no tienen el disgusto de conocer cómo las gastaba el predecesor de Jiménez Losantos en el incendio de micrófonos, les transcribo una de sus bravatas radiofónicas de julio de 1936: “Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen. ¿No han estado jugando al amor libre? Ahora, por lo menos, sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”.
De este sujeto decía, ayer, en La Nación.es el columnista Alfonso Basallo que “era oficial y caballero. Un tipo dotado no sólo de simpatía personal sino de elegancia de espíritu. Y que por su fidelidad a sus ideas fue silenciado en vida, y después mal interpretado tanto por los historiadores de izquierda como por los de derechas”. ¿Mal interpretado? Ya me dirán qué interpretación cabe hacer de la cita anterior o de esta: “Ya conocerán mi sistema: por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello: les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muertos los volveré a matar”. Curiosa la idea que tiene el amanuense de Julio Ariza (propietario del Grupo Intereconomía y, por tanto, de La Nación.es) sobre la elegancia de espíritu.
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