domingo, 12 de octubre de 2008

¡Arriba Queipo de Llano!

¡Arriba Queipo de Llano!
(Artículo de Javier Vizcaíno aparecido en Público en 26 de septiembre de 2008)

Cada vez disimulan menos. La Esfera de los Libros, tentáculo editorial de Pedro J. Ramírez, acaba de publicar, previo zurcido y blanqueo a cargo de un componedor de virgos democráticos llamado Jorge Fernández-Coppel, las memorias de Gonzalo Queipo de Llano, uno de los militares más sanguinarios –y mira que era difícil la competición– de los que se levantaron contra la República. Sin pudor, la nota de prensa que anuncia el alumbramiento del volumen glosa al siniestro Carnicero de Sevilla como “un personaje silenciado y censurado durante largos años, que solo, y con pocas probabilidades de éxito, sublevó y ganó la importante plaza de Sevilla el 18 de julio de 1936. Un militar que a través de sus famosos mensajes de radio y su dirección de los ejércitos de Andalucía consiguió algunas de las grandes victorias que condujeron al triunfo sobre los ejércitos republicanos”.

Por si no tienen el disgusto de conocer cómo las gastaba el predecesor de Jiménez Losantos en el incendio de micrófonos, les transcribo una de sus bravatas radiofónicas de julio de 1936: “Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen. ¿No han estado jugando al amor libre? Ahora, por lo menos, sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”.


De este sujeto decía, ayer, en La Nación.es el columnista Alfonso Basallo que “era oficial y caballero. Un tipo dotado no sólo de simpatía personal sino de elegancia de espíritu. Y que por su fidelidad a sus ideas fue silenciado en vida, y después mal interpretado tanto por los historiadores de izquierda como por los de derechas”. ¿Mal interpretado? Ya me dirán qué interpretación cabe hacer de la cita anterior o de esta: “Ya conocerán mi sistema: por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello: les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muertos los volveré a matar”. Curiosa la idea que tiene el amanuense de Julio Ariza (propietario del Grupo Intereconomía y, por tanto, de La Nación.es) sobre la elegancia de espíritu.

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