«Lo prendieron y se lo llevaron, mientras su madre pedía que lo dejasen. En La Muiña pararon para comer y beber en la taberna de mis abuelos y lo dejaron atado a una argolla que se utilizaba para amarrar al ganado. Mi abuela intentó darle agua y no la dejaron. Le dieron en cambio unas patadas. Y siguieron bebiendo, para coger fuerzas. Después se dirigieron por la sierra en dirección a Montecubeiro, que había sido declarada zona de guerra y donde un teniente coronel de la Guardia Civil se encargaba de hacer valer la fuerza del terror. Algunos de los que con e´l iban hicieron sin esfuerzo la subida, pues subieron a caballo (...). Y en la sierra de Montecubeiro sucedió lo que resulta más estremecedor. Le cortaron los testículos. Le quitaron los ojos. Le cortaron la lengua. Y lo remataron a palos y a tiros de escopeta. Era el primero de septiembre de 1936».
(Extracto del libro "Arximiro Rico, luz dos humildes. Vida e morte dun mestre republicano", de Narciso de Gabriel y Xosé Manuel Sarille, citado por María Antonia Iglesias en "Maestros de la República". )
La última lección del maestro Arximiro Rico.
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