miércoles, 17 de octubre de 2007

Estamos leyendo... "Los girasoles ciegos", de Alberto Méndez



Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido. En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor de duelo, que es del todo idependiente de que haya o no reconciliación y perdón. En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable. Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida. El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva. Es hacer nuestra la existencia de un vacío.


Carlos Piera, "Introducción" a Tomás Segovia: En los ojos del día: antología poética




Esta es la cita que encabeza el libro "Los girasoles ciegos", única novela de Alberto Méndez. Se trata de historias de los tiempos del silencio, cuando daba miedo que alguien supiera que sabías... Un capitán del ejército de Franco que, el mismo día de la Victoria, renuncia a ganar la guerra; un niño poeta que huye asustado con su compañera niña embarazada y vive una historia vertiginosa de madurez y muerte en el breve plazo de unos meses; un preso en la cárcel de Porlier que se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ser calificado de verdugo; por último, un diácono rijoso que enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la sangre purificadora del vencido.


Dejamos aquí como muestra unos fragmentos de la tribulación del capitán Alegría:


"Ahora sabemos que el capitán Alegría eligió su propia muerte a ciegas, sin mirar el rostro furibundo del futuro que aguarda a las vidas trazadas al contrario. Eligió entremorir sin pasiones ni aspavientos, sin levantar la voz más allá del momento en que cruzó el campo de batalla, con las manos levantadas lo necesario para no parecer implorante y, ante un enemigo incrédulo, gritar una y otra vez «¡Soy un rendido!»."


(...)


"Preguntado por la fecha en que decide pasarse a las líneas enemigas traicionando al Glorioso Ejército Nacional, contesta: la madrugada del día uno de abril del presente año de la Victoria.


»Preguntado por las razones que le movieron a tal acto de traición a la Patria contesta: que lo hizo porquelos tenientes coroneles Tella y Barrón tomaron en noviembre de 1937 las poblaciones de Villaverde y ambos Carabancheles de Madrid. Que lo hizo porque las fuerzas de Asensio y Castejón tomaron la Casa de Campo de Madrid defendida por la primera y oncena Brigadas Internacionales que se limitaron a retroceder hasta las orillas del río Manzanares.


»Preguntado si el degradado Carlos Alegría consideraba que los avances descritos eran razón suficiente para traicionar al Glorioso Ejército Nacional contesta: que lo hizo también porque el General Varela ordena a Asensio sobrepasar con sus tanques el río Manzanares, cosa que consigue el día 15 de noviembre de 1937 , el mismo día en que Barrón se apodera del Hospital Militar de Carabanchel Bajo.


»Que lo hizo porque el Gobierno del Frente Popular abandona ese día Madrid dado que lo considera tomado y encarece su defensa al General Miaja que sólo cuenta con un ejército compuesto fundamentalmente por las Brigadas Internacionales mandadas por el inexperto General Cléber.


»Que lo hizo porque Asensio Cabanilles, tomó el mismo día 15 la Ciudad Universitaria de Madrid al mando de una compañía de las Tropas Regulares de Tetuán, que llegaron hasta el Parque de la Moncloa y el propio General Asensio Cabanilles tomó el edificio en construcción del Hospital Clínico de Madrid.


»El declarante es mandado callar y lo hace.


»Preguntado por las razones de su conocimiento de los hechos referidos, el procesado responde que porque de él dependía la Intendencia para el Frente Sur y Suroeste, bajo las órdenes directas del General Varela. Y que por eso sabe que en noviembre de 1937 el coronel Ríos Capapé y Mohamed el Mizzian llegaron hasta la parte alta de la calle Ferraz, en el centro de Madrid, donde sólo encontraron una resistencia defrancotiradores en retirada.


»El declarante es mandado callar y lo hace.


»Preguntado acerca de si son las gloriosas gestas del Ejército Nacional la razón para traicionar a la Patria, responde: que no, que la verdadera razón es que no quisimos entonces ganar la guerra al Frente Popular.


»Preguntado que si no queríamos ganar la Gloriosa Cruzada, qué es lo que queríamos, el procesado responde: queríamos matarlos.»


A continuación, se le expulsa del ejército y se le declara culpable del delito de traición y connivencia con elenemigo. Es condenado a muerte. Hay una rúbrica y un sello, ambos ilegibles."


http://www.elmundo.es/documentos/2006/01/19/los_girasoles_ciegos.pdf

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