jueves, 29 de abril de 2010

Artículo de un oyente



Un amable oyente nos manda este artículo, que agradecemos:

SILENCIO Y OLVIDO

-Nos iban a matar. Ya nos habían puesto en fila cuando salió un viejo y dijo: “Pero, ¿no veis que son unos niños? ¡Dejadlos en paz!"

Mi abuelo tenía diecisiete años cuando estuvieron a punto de matarle. Lo recuerda ahora, sentado en su sillón, cuando la vida es tan diferente a la que él conoció. Mi abuela asiente, deja escapar un triste “¡Qué pesado, las veces que lo ha contado!” y vuelve a cerrar los ojos y dejarse vencer por el sueño. El abuelo está aquí, conmigo, pero también está allí, en la guerra, rodeado de fusiles, de uniformes, de odio. Sobre todo de odio.

-Abuelo, hombre, que aquello ya pasó, no le des más vueltas.


Es lo único que puedo decirle. Ya pasó, y lo pasado, pasado está. Lo mismo han pensado muchos, cientos de miles de personas que han preferido mirar hacia otro lado porque ellos, los que deberían haberse encargado de hacer justicia, los que a lo largo de los años hemos elegido como nuestros representantes, nos lo han mandado. Silencio y olvido. Pero el olvido es un monstruo horrible, tan horrible que nunca desaparece del todo. Por eso, en la memoria de mi abuelo, sobrevive aquella imagen en la que vio la muerte muy de cerca, aquel monstruo de setenta años que sigue atormentándole como el primer día, que ha aparcado en su memoria como lo haría un Jaguar recién estrenado en la puerta de una casa humilde, desvencijada por los años, con los cristales rotos y la pintura carcomida.

Ya lo decía Ismael Serrano en una de sus más famosas canciones: “a veces pienso que al final todo dio igual, las hostias siguen cayendo sobre quién habla de más”. De nada sirven las buenas intenciones, los obstáculos siguen interponiéndose ante aquellos que buscan justicia y, sobre todo, una respuesta entre tantos años de silencio. Pero el olvido no desaparece, sigue ahí, en forma de monstruo. Y es que, hasta que no se haga justicia, hasta que no se dignifiquen todas las vidas robadas, ese horrible monstruo no dejará paso a la justa Memoria.

M. F.

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