domingo, 6 de enero de 2013

Lo que llega a urgencias: heridas con gusanos, úlceras y gangrenas, consecuencia del deterioro social


Pais Valenciá: Aumenta el número de personas mayores que llega al hospital con serias ulceraciones en la zona del sacro y heridas gangrenadas  
 
  Urgencias cada vez más graves y al límite  

  2013-01-06  
 
Aunque están más que habituados a ver a diario la parte más más descarnada de la vida, profesionales de las urgencias hospitalarias han empezado a constatar que en los últimos meses las personas que acuden a este servicio de puertas abiertas las 24 horas presentan una situación de mayor degradación física, hasta el extremo de volver a ver casos que no se contemplaban desde hacía décadas, como son las heridas con gusanos, ulceradas e infectadas en personas mayores dependientes, consecuencia irrefutable del avance del deterioro social.

El asombro entre los sanitarios surge porque no se trata de indigentes o vagabundos sin acceso a una mínima higiene y a unos cuidados básicos, sino que son personas de un estatus medio, supuestamente cuidadas y atendidas.

Cuando los gusanos crecen en una herida es que se han abandonado y con mucho los cuidados más mínimos. «El enfermo desprendía un olor tan repulsivo que tuvieron que quemar alcohol en la sala donde había estado porque no se podía soportar», declaró a Levante-EMV un cirujano.

Empleados de al menos dos hospitales de la ciudad de Valencia confirmaron a este periódico que en los últimos meses sí han atendido a personas con este tipo de heridas. En algunos casos, el afectado rechazaba la escasa atención sanitaria que recibía del exterior, los hijos carecían de tiempo para cuidarlos y dedicarles la atención necesaria, las esposas que eran tan mayores como ellos carecían de ánimo y fuerza para curarlos y la higiene brillaba por su ausencia. ¿Resultado? Una ulceración progresiva de la carne infectada que termina criando larvas y finalmente gusanos.

«Lo que vemos es el resultado del deterioro social que hay en la calle; los mayores se vuelven testarudos y cuesta mucho convencerles para que se dejen cuidar, para asearlos adecuadamente, los hijos no pueden descuidar su trabajo por miedo a perder el empleo y la asistencia sanitaria que recibe en el domicilio se limita a los avisos de urgencia del centro de salud por lo que la situación tiene todos los elementos para una herida ulcerada se afee», detalla un supervisor de urgencias.

Ni frecuentes ni extraños
Otro facultativo relata la historia de un paciente con una adenopatía (problema de los ganglios linfáticos) ulcerada que también acabó con gusanos al negarse el enfermo a recibir asistencia. «La hija le hacía fotos periódicamente para mostrar la progresión de la herida a los médicos porque el paciente era muy remiso a acudir al hospital». «No es la primera vez que llegan este tipo de casos, no es frecuente, pero tampoco es extraño», precisó.

El grueso de pacientes que se atiende en las puertas de urgencias son personas de de 70 a 95 años, con un promedio de edad de 85. El mismo médico reconoció que este grupo de enfermos dependientes y asistidos, en su mayoría, cada vez acude en peor estado: con úlceras de decúbito, úlceras sacras y hasta con gangrena que acabará con la amputación de la extremidad para evitar que la infección se extienda al resto del cuerpo.

El facultativo explica que para que una herida se convierta en un nicho de gusanos requiere de una larga evolución y mucha falta de higiene. «Además, —agrega— el tratamiento es fácil, solo hay que limpiarla con agua y jabón y ya está». En el hospital General también atienden a pacientes mayores con grave deterioro. «Aunque no es lo habitual, llegan casos de úlceras de apoyo en mayores a las que no se les ha meneado en una semana, también hemos visto situaciones de abandono que existen desde siempre y muchas personas con problemas graves de higiene.

Un enfermero de otro centro hospitalario de la ciudad de Valencia coincide con este médico al señalar que los ancianos más deteriorados proceden de residencias privadas, «una circunstancia» que el sanitario asocia a los recortes e impagos de la ley de dependencia.

Por otro lado, este sanitario ha observado que los malos tiempos para la economía han reducido de forma especular los casos de alcoholismo que se veían a diario en el hospital. «Venían ‘cocidos’ y hechos polvo, la mayoría era de los países del Este, con una media de edad de 30 años, agresivos y a veces con situaciones de violencia doméstica, pero ahora apenas tenemos, ha descendido muchísimo el número de personas con alcoholismo y no sabemos si es porque han regresado a sus países por falta de trabajo o porque no tienen dinero ni para comprar alcohol».

Sin embargo todavía ven algunos casos. «Esta semana llegó uno de 45 años que se meó en la silla y dejó un reguero por toda la sala de espera que no se pudo limpiar hasta dos horas más tarde porque por la noche solo hay dos limpiadoras en un hospital como el Clínico, con más de 600 camas», informó. El otro grupo que sigue llegando a urgencias con problemas de alcohol es el de los jóvenes del botellón, «sobre todo las noches del viernes y del sábado, muchos de ellos acaban en una camilla con hidratación hasta que se les pasa la mona».

Centros de caridad
Desolador fue el caso de un hombre de mediana edad y bien vestido, quien al ser preguntado hace unos días en la ventanilla de triaje de urgencias del hospital General qué le pasaba respondió: «Nada, que llevo cuatro días sin comer».

Más desesperanzador aún fue el comentario que realizó el administrativo que le cogió los datos: «Pues no lo vaya diciendo por ahí que, como se enteren, la cola dará la vuelta a la manzana». Este es uno de los grandes temores que inquieta a las personas que están al frente de urgencias que temen que después de Navidad este servicio de acceso al sistema sanitario abierto y sin cita previa los siete días de la semana se convierta en un centro más de caridad.

«Me preocupa que empiecen a aparecer más personas con problemas sociales que viven angustiadas porque muchas instituciones ya no las admiten», declaró un profesional que reconoció que entre los trabajadores ya existe «preocupación e incertidumbre» porque no pueden intuir lo que va a pasar en los próximos meses, «y por eso no podemos bajar la guardia».

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