miércoles, 11 de julio de 2012

Goldman Sachs acumula carbón colombiano en Asturias


La operación especulativa del grupo de banca de inversión pasa por vender miles de toneladas en el mercado de futuros para obtener un beneficio astronómico

El grupo Goldman Sachs (uno de los principales nombres del mundo en la banca de inversión y valores, eso que se llama los mercados) almacena en el puerto asturiano de El Musel, situado en Gijón, centenares de miles de toneladas de carbón colombiano pagado al contado y que pretende vender en el mercado de futuros, una operación especulativa con la que espera obtener un beneficio astronómico.

A día de ayer, el carbón se pagaba en Europa a 89,40 dólares por tonelada; mientras que los futuros sobre el mineral eran estos: 90, a un mes; 90,25, a dos meses; 91,85, para el último trimestre; y 97 dólares por tonelada a un año. Es evidente que los mercados prevén una tendencia alcista (también en EEUU), por lo que la empresa neoyorquina se asegura un buen negocio con sus reservas en Gijón. Especialmente porque el precio en América es mucho más barato: 61,35 dólares por tonelada ahora y 72,6 a un año.

El diario asturiano La Nueva España desveló hace días una operación cerrada por la dirección del puerto, que consiste en hacer acopio de mineral en los diques gijoneses. Según el periódico, ya se han descargado 156.300 toneladas llegadas a Gijón desde Puerto Bolívar en el buque Rugia y se espera la llegada de otro flete similar. Incluso, están sobre la mesa otros dos envíos de carbón que elevarían a 600.000 toneladas el material total almacenado al final en tierras gijonesas.

Pero esta segunda remesa debe ser autorizada por el equipo directivo del puerto y ahí ha surgido una complicación, ya que tanto la Presidencia como el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria han sido renovados tras la victoria del PSOE en las elecciones autonómicas del pasado mes de marzo. "No puedo apoyar una operación especulativa como ésta cuando mis paisanos están haciendo a pie 400 kilómetros para luchar por un sector del que depende mi tierra", dice a Público.es un consejero del puerto nacido en Langreo, en la cuenca del Nalón.

El equipo nombrado por el conservador Francisco Álvarez-Cascos negoció el almacenamiento del carbón colombiano y dejó en el aire la segunda mitad de la operación, que ahora debe ser confirmada por el equipo del socialista Javier Fernández. Autorizar una operación como ésta crea serios problemas a los consejeros representantes del Principado, más cercanos ideológicamente a los sindicalistas de UGT y CCOO que han organizado la marcha minera a Madrid.

Un secreto a voces

La convivencia de carbón importado con mineral autóctono es habitual en Asturias (y en todas las zonas mineras de España, de hecho) y está detrás de un fraude que es la bestia negra de muchos de sus habitantes. Se trata de que las extractoras hacen pasar por carbón nacional (que las térmicas deben pagar a un precio fijado por ley con criterios políticos, para ayudar a sostener las comarcas que dependen de la actividad minera) material adquirido a bajo coste en el mercado internacional.

En los años noventa, una tonelada de carbón español se pagaba hasta tres veces más caro de lo que costaba comprarlo fuera y ponerlo en Asturias (incluidos, el flete, la descarga, el almacenamiento y todos los demás gastos), lo que convertía la operación en un negocio redondo... Negocio redondo e ilegal, por lo que es imposible calcular cuántas toneladas se introdujeron ilícitamente en ese mercado. Baste con saber que el carbón se negocia en centenares de miles de toneladas y que estas operaciones fueron durante mucho tiempo un secreto a voces en el sector. "El carbón sigue siendo un buen negocio", afirma un exdirector general de Minas del Gobierno Autonómico.

Pero de ese fraude hay que hablar en pasado porque la reducción de las plantillas en la minería del carbón y otras medidas de rebaja de gastos han situado el precio del carbón español a un nivel en que el fraude ya no es tan rentable; máxime desde que aumentó la vigilancia para evitar el delito, un éxito que está en el haber de los poderosos sindicatos mineros SOMA (una federación de UGT) y CCOO. En el debe, las centrales tienen su férreo control de la política asturiana, su gestión caprichosa de las subvenciones estatales y europeas y algunos episodios oscuros de sus dirigentes (enriquecidos escandalosamente a la sombra de la lucha obrera).

El magnate español de las minas
La otra cara de esa moneda del ingente caudal de dinero que se mueve en la minería del carbón está en el empresariado. Y en este sentido hay que citar dos nombres: la sociedad anónima Hulleras del Norte (Hunosa, de capital público) y el ingeniero Victorino Alonso, presidente de la patronal Carbounión y propietario de la mayoría de las minas de España.

¿Cómo puede un solo señor de 59 años acumular tanto dinero como para ser, de lejos, el primer empresario de carbón del país cuando era insolvente hace tres décadas? Es una pregunta que nadie sabe responder. Ni siquiera la Justicia, que le ha investigado varias veces en las instancias más altas del país y de su tierra (incluidos, el Tribunal Superior de Castilla y León -Alonso es leonés- y el Tribunal Supremo).

El caso es que Victorino Alonso es propietario de una telaraña de empresas -los jueces han conseguido acreditar catorce, pero seguro que son más- entre las que figuran Unión Minera del Norte (UMINSA) y Coto Minero Cantábrico, las dos primeras compañías españolas del sector. Alonso tiene dos líneas argumentales que esgrime continuamente: por una parte, responde que no sabe cuando se le pregunta de dónde procede su dinero (y lo hace incluso en los tribunales) y retiene la nómina de sus trabajadores cuando el Estado le retrasa las ayudas que percibe.

Así las cosas, en la protesta minera que hoy llega a Madrid se juega con el futuro de mucha gente: miles de mineros; centenares de miles de habitantes de las comarcas carboneras de Asturias, León, Palencia, Teruel, etcétera; decenas de miles de comerciantes cuyas ventas caerían a cero si se elimina el sector... y un ingeniero leonés llamado Victorino Alonso, al que jamás se le ha visto con una pancarta.

Un conocido analista político asturiano resume así la situación: "A día de hoy, los mineros ya han perdido su salario y puede que, en unos meses, no tengan empleo; pero habrá quien siga ganando dinero con el carbón que extrajeron ellos".


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