Cornudos, apaleados y contentos
Recapitulemos, que las cosas van muy deprisa. Parece que fue ayer cuando hablábamos del fin del capitalismo con motivo de la quiebra de Lehman Brothers. El sistema, decían algunos, había muerto ahogado en la ciénaga de sus propias contradicciones. El afán por ganar dinero, el motor del sistema, había sido la causa de su destrucción. Era el fin del mundo tal y como lo habíamos conocido.
Pero unos meses después no parece que esto sea así. Más bien parece que el sistema funciona ahora muchísimo mejor que antes. De hecho, todas las conquistas sociales realizadas por los ciudadanos han sido derogadas. Todas menos una: la jornada laboral de 8 horas. Me extraña que nadie haya propuesto aumentarla a 10 o abogar por la despenalización del trabajo infantil. Ya sabes, por responsabilidad.
La edad de jubilación ha sido retrasada. Las partidas de gasto social anuladas. Los sueldos de los que tenemos trabajo no es que se hayan congelado, es que han bajado. ¡Bajado! ¿Quién nos hubiera dicho hace unos meses que lo aceptaríamos de tan buen grado? Y seguirán siendo exiguos cuando la economía remonte el vuelo. ¿O es que alguien piensa que ganaremos más cuando todo mejore? Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita.
Y todavía queda la reforma laboral. ¡Ni en las fantasías más lúbricas de Díaz Ferrán aparecía un paraíso capitalista como este! Antes, cuando el FMI, la OCDE o la patronal sugería revisar, modificar o limitar alguna conquista social tenía que prepararse para lidiar con la opinión pública. Hasta eso ha cambiado. Habrá quizás una huelguecilla general, no digo que no; pero luego, por la noche, nos pondremos solitos el supositorio.
Extraído de:
http://blogs.publico.es/ruidodefondo/78/cornudos-apaleados-y-contentos/
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