lunes, 17 de marzo de 2008

Anna Frank y la mirada de Jorge Guillén







Después de 1940, nuestra buena época iba a terminar rápidamente: ante todo, la guerra, la capitulación y la invasión de los alemanes llevándonos a la miseria. Disposición tras disposición contra los judíos. Los judíos obligados a llevar la estrella, a ceder sus bicicletas. Prohibición para los judíos de subir al tranvía, de conducir un coche. Obligación para los judíos de hacer las compras exclusivamente en los establecimientos marcados con el letrero de "negocio judío", y de quince a diecisiete horas solamente. Prohibición para los judíos de salir después de las ocho de la noche, ni siquiera a sus jardines, o aun de permanecer en casa de sus amigos. Prohibición para los judíos de ejercitarse en todo deporte público: prohibido el acceso a la piscina, a la cancha de tenis y de hockey o a otros lugares de entrenamiento. Prohibición para los judíos de frecuentar a los cristianos. Obligación para los judíos de ir a escuelas judías, y muchas restricciones semejantes.


Así seguimos tirando, sin hacer esto, sin hacer aquello. Jopie me dice siempre: "No me atrevo a hacer nada, de miedo a que esté prohibido". Nuestra libertad, pues, está muy restringida; con todo, la vida es aún soportable.




Lo que antecede es un fragmento del "Diario de Ana Frank" (escrito entre 1942 y 1944. Después, la niña y su hermana mayor, Margot, tras permanecer durante un tiempo en los campos de concentración de Westerbork y Auschwitz, fueron deportadas a Bergen-Belsen, donde ambas murieron durante una epidemia de tifus en febrero o marzo de 1945).


Años después, el gran poeta Jorge Guillén, entre 1957 y 1963, publica "Clamor", que contiene este magnífico poema sobre Anna Frank:

La afirmación humana
(Anna Frank)

En torno el crimen absoluto. Vulgo,
el vulgo más feroz,
en un delirio de vulgaridad
que llega a ser demente,
se embriaga con sangre,
la sangre de Jesús.
Y cubre a los osarios
una vergüenza universal: a todos,
a todos nos sonroja.
¿Quién, tan extenso el crimen,
no sería culpable?
La noche sufre de inocencia oculta.
Y esa noche tú, por ti alborada,
a un cielo con sus pájaros tan próxima,
a pesar del terror y del ahogo,
sin libertad ni anchura,
amas, inventas, creces
en ámbito de pánico,
que detener no logra tus esfuerzos
tan enérgicamente diminutos
de afirmación humana:
Con tu pueblo tu espíritu
-Y el porvenir de todos.

(Jorge Guillén: "Clamor")


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